Oda a ti

I

Te conocí como quien encuentra sin buscar.
Te conocí sin saberte y tan pronto
Como se extingue un rayo
(Y como lo hace la nada cuando se piensa)
Buscaba tu rostro entre la gente.

Te conocía más
Y sabía que conocerte
Era conocer mares lejanos,
Universos lozanos.

Cándido del tiempo
Pensé que tales días de estar contigo serían por siempre.
Que  estarías eternamente sentada en la misma banca,
Con el fresco de la mañana o el calor del sol
Reposando sobre tu cuerpo.
Pensé en tu voz como la llama de un fuego eterno.
Te pensé en un momento perpetua.

Cayeron las cosas.
Corrieron los ríos.
Crecieron los lirios.
Murieron los días.

Nunca fui tan consciente del tiempo
Como cuando ya no estabas.
Nunca lo odié tanto
Como en ese arrebato de mis días.
De tu voz sólo el eco,
De tu cuerpo ni una sombra,
De tus ojos la noche me quedaba.

II

Mentiría si dijera que te perdí.
Mentiría si dijera que alguna vez te tuve.

Acaecieron los días de un ajado sol,
De una persiste tormenta,
De un yermo corazón,
De una soledad de entierro.

El sol que sobre ti ardía
Era el mismo para mí.
La luna que pintaba de blanco las calles
Era la misma para ambos.
El tiempo corría como un eterno río,
Como un mar en perpetuo movimiento.
Tus minutos y tus horas y tus días
Eran igual que mis minutos y mis horas y mis días.
Era el tiempo para los dos uno sólo.
La distancia entre nosotros  no era tan grande como  el mar,
Ni como la distancia entre dos ciudades,
Ni como la separación de dos montañas,
Pero estabas lo suficientemente lejos
Como para extrañarte.

III

Después de tantas noches,
Después de tanta  lluvia,
Después de tantos días, te pude ver de nuevo.
Estabas entre un mar de gente,
Y envuelta en hilos de oro.

Tus ojos negros, profundos y mortales
Estaban contenidos tras dos cristales.
Escurría por tu cabello el alma rosa de una estrella.
Mis ojos como espejos
Reflejaban tu silueta.
Tu  sonrisa bailaba con el viento
Tan rápido y tan lento,
El reloj marcó una hora, había acabado el tiempo.

IV 

Amo la profundidad de tus ojos,
El azar en tu cabello,
Los matices de tu voz.
Amo tu arrojo sobre las cosas.
Amo que parece que lo  sabes todo.
Amo esa sonrisa de postal.
Amo que cambies.
Amo lo que trasciende tu piel,
lo que flota sobre esta carne que se pudre.
Te amo con todo la complejidad de tu ser.

No podrá la conjura del tiempo
Hacer que te olvide.
No habrá olvido en mis versos.
No es sencillo remover tu existencia.
Infinita en un instante que perdura en mi memoria.
Hermosa en todos los vértices.
Fulgurante desde tu núcleo.

No sé de los días que aún no son,
Ni del viento, ni del día o la noche del futuro.
No sé de los días que aún no llegan.
Pero sé algo sobre este momento
En el que escribo y tu recuerdo
Y tu rostro y tu esencia
Merodea los rincones de mi mente.
No hay distancia,
No hay olvido,
Solamente un sentimiento,
Un amor de fuego,
Un amor que se hace en un instante perpetuo.
Un amor que crece en los árboles.
Un amor de noche, de oscuro viento.
Un amor que nació fortuito.
Un amor de flores.
Un amor que mata y te revive.
Un amor diáfano.
Un amor acendrado, elevado.
Un amor que hoy es como el tiempo, interminable.


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